Los sesgos cognitivos pueden definirse como la tendencia que tiene un individuo en fomentar o recordar aquella información que confirma sus creencias o hipótesis. ¿Por qué es tan importante? Hoy en día, basta unos segundos para encontrar, en nuestro mundo digital, datos que confirmen nuestras creencias o hipótesis. De esta forma estamos tentados continuamente a confirmar de manera automática nuestras propias ideas en lugar de ponerlas en tela de juicio. Hoy en día (y esto es muy importante), la mayoría de la gente navega por internet hasta encontrar la conclusión que estaba buscando a cualquier cuestión (por absurda que sea). Pero, aunque lo queramos evitar, el caso es que sucede lo mismo si lees un artículo, un libro, o un diario: siempre tiendes a prestar más atención a los argumentos que confirman tus creencias que a los que te llevan la contraria.
Otro claro ejemplo son las redes sociales. Seguimos a un gran número de personas y, con el tiempo, nos desvinculamos de aquellas que son contrarias a nuestras opiniones. Esto facilita que la inteligencia artificial que hay en la red nos aconseje seguir a más personas que piensan igual que nosotros; y de esta forma entramos en un bucle en el que no vemos más allá de lo que creemos que es verdad (lo sea o no), y sin posibilidad de contrastar los datos.
FALSAS ASOCIACIONES:
Si os habéis leído mi artículo: «La distracción y la pérdida de concentración» (podéis consultarlo en este enlace), os daréis cuenta de que las personas solemos cometer errores sin apenas darnos cuenta. Entre muchos de los sesgos que nos rodean, hablamos de sesgo de disponibilidad cuando nuestra percepción de las cosas, o cuando la decisión que tomamos referente a algo, se encuentran más influidas por aquellas ideas que tenemos más presentes en nuestra memoria que los recuerdos realmente certeros. Por ejemplo:
si una vez estuviste en el bosque, vistes un arbusto moverse, y después salir de allí un oso gigante que casi te devora, cada vez que veas un arbusto moverse pensarás en un oso. Es decir, valoramos o extraemos conclusiones rápidas sobre aquellos recuerdos que son más intensos o recientes sin hacer una previa reflexión. Esto es un mecanismo de defensa que nos puede salvar la vida en pocas ocasiones, pero que en la mayoría de las veces nos la complica. Y es que ya no vivimos en la selva...
Experimento
Dile a alguien que repita muchas veces y deprisa las palabras: lenedor, fenedor, renedor, senedor, denedor... Y luego, de improvisto, pregúntale con qué toma la sopa. ¿Te ha contestado «tenedor»? Este es uno de los mejores ejemplos que he encontrado sobre un sesgo de disponibilidad.
Por eso muchas empresas repiten en sus anuncios mil veces el nombre de su marca, para que este se fije en nuestras cabezas y el sesgo de disponibilidad nos engañe para elegir su marca en el supermercado; y lo mismo sucede con las imágenes. ¿Te preguntas aún por qué la gente se fía más de la opinión de un famoso que de un experto en la materia? Recuerda que al famoso lo vas a ver todos los días mil veces por el televisor, las redes sociales, saldrá en la radio, etc. El científico no tiene tanto tiempo libre...
De esta forma, no dejamos llevar más por lo que tenemos a manos que por pensar por nosotros mismos y buscar información de calidad y contrastada.
SESGO DEL PUNTO CIEGO:
Este tipo de sesgo tiene que ver con la tendencia a no darnos cuenta de nuestros propios prejuicios y a fijarnos más en los de los demás. Esto es clave porque, ¿cómo podemos mejorar y no caer en las “trampas” de los sesgos cognitivos si no somos conscientes de ellos? Los investigadores han llegado a conclusiones curiosas: cuando vemos que somos susceptibles a dejarnos engañar por un sesgo, tendemos a decir que el sesgo era muy difícil de eludir. Y, cuando vemos que el sesgo es muy perjudicial para nosotros, solemos decir que este sesgo nunca nos afectará a nosotros en particular. Además, tenemos una tendencia innata en considerar que nuestra manera de pensar es siempre objetiva, mientras que la de los demás está siempre sesgada.
Lo importante de los sesgos es comprender que estamos expuestos a ellos y que es imposible evitarlos. No se puede vivir todo el día pendiente de no caer de lleno en uno u otro, lo importante, es no caer en aquellos que nos hacen tomar decisiones verdaderamente importantes para nuestra vida. Si de vez en cuando comes un poco de chocolate no te va a pasar nada, pero si vas a abrir una chocolatería en un barrio pobre invirtiendo mucho dinero porque estás convencido de que vas a ganar mucho más dinero: cuidado.
En este esquema encontrarás la mayoría de los sesgos cognitivos que se utilizan hoy en día; pulsa aquí.
Biografías:
«Distraídos», Thibaut Deleval - Aguilar, 2022
«El arte de pensar», José Carlos Ruiz - Almuzara, 2018
Sesgos cognitivos - ¿Cómo pueden afectarnos?. Xavier Turell Nebot
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Xavier Turell
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