Dolor ¿Qué es y cómo podemos aliviarlo?

Todo el mundo sufre dolor alguna vez en su vida



¿Qués es el dolor?
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El dolor nos acompaña a lo largo de nuestra vida lo queramos o no. Y, aunque el dolor es algo que atribuimos a una cosa negativa, en realidad también tiene su parte positiva. Son muchos los métodos que hemos ido inventando para eliminar o disminuir nuestro dolor físico: alrededor del año 1800, el químico Humphry Davy comenzó a sugerir a los cirujanos y dentistas de aquel tiempo el uso de óxido nitroso para que sus pacientes se durmieran mientras les operaban; y, hacia mediados del siglo XIX, se empezó a experimentar con el cloroformo y el éter. Pero no solamente existe el dolor físico, el mental o psicológico pueden llegar a ser incluso mucho peor. Para ello, vamos a repasar en este artículo varios de sus aspectos.



¿Qué es el dolor?

Todos sufrimos dolor pero pocos lo comprendemos

La palabra dolor proviene del latín «doloris», relacionado con el vocablo «poena» que significa pena o castigo. Hipócrates decía que el dolor era una sensación física que surgía de nuestro físico, mientras que Aristóteles creía que se trataba más bien de una emoción que se superponía a todo proceso racional. En cambio, Charles Sherrington lo definió como parte de un mecanismo de protección del propio individuo. Y fue el mismo Sherrington quien utilizó el término «nocicepción», para referirse a los procesos neurales subyacentes de la experiencia dolorosa.

Para que lo entendamos, si alguien se da un golpe, la nonicepción analiza como se capta el impacto de los receptores a nivel de la piel, de los músculos y ligamentos, que generan las señales nerviosas que los nervios periféricos transmiten hasta llegar la sistema nervioso central. Luego, la información del dolor pasa a través de una serie de neuronas que contituyen lo que llamamos una «vía nerviosa», las sinápsis (punto de unión entre dos neuronas), que van conectando todas estas neuronas y que pasan el impulso nervioso hasta llegar a la corteza cerebral.




Fisiología del dolor:

Lo que nos dice la Medicina Occidental

lesión
Cuando se produce una lesión, ya sea en la piel, en un músculo, o en cualquier otra zona del cuerpo, se activan unas células nerviosas (nociceptores) que constituyen los nervios y que pertenecen a las neuronas primarias ubicadas en los ganglios raquídeos. Además, estas neuronas penetran a su vez en la médula espinal. Hay diversos tipos de nociceptores, pero, los que están más relacionados con el olor son: los nociceptores térmicos, los mecánicos, los polimodales, y los silentes.


Los nociceptores térmicos son activados cuando a una persona se le expone a temperaturas por encima de los 45 grados centígrados, o por debajo de los 5 grados centígrados. Los receptores siguen como fibras nerviosas recubiertas por una vaina de mielina, y esto es importante porque cuanto más gruesa es esa capa de mielina, más rápida es la conducción del impulso nervioso.

Los nociceptores térmicos conducen los impulsos nerviosos entre 5 y 30 metros por segundo. Los nociceptores mecánicos se activan al presionar la piel (Shiatsu, digitopuntura), y tienen la misma velocidad que los térmicos. Los nociceptores polimodales se activan gracias a los estímulos mecánicas intensos, térmicos o químicos, y su velocidad es de 1 metro por segundo. Y, finalmente, los nociceptores silentes (situados en las vísceras) se vuelven sensibles sólo cuando hay una inflamación produciendo una hiperalgesia.




Insensibilidad al dolor:
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Las personas que sufren insensibilidad congénita no perciben el dolor ni la temperatura, además de tener también algunos trastornos añadidos según cada persona… Aunque el hecho de no sentir dolor nos puede parecer una suerte, en realidad, estas personas tienen una esperanza de vida menor a 25 años debido a que sufren heridas que no tratan como es debido y terminan por infectarse. De ahí que el dolor sea tan importante e incluso necesario en nuestras vidas, ya que nos advierte de que algo va mal y nos da la posibilidad de solucionarlo.




Recorrido del dolor:

Donde todo principio tiene un fin

Como hemos visto, los nociceptores son los primeros en activarse, la señal viajará entonces por las fibras nerviosas hasta llegar a la médula espinal a través de las neuronas aferentes primarias. Desde allí, los estímulos pasan a través de las sinapsis a las neuronas de proyección (también hay otras interneuronas locales que pueden influir excitando o inhibiendo la señal) y se dirigirán hacia los niveles superiores del sistema nervioso central hasta terminar en el cerebro.

Como curiosidad, sabemos que las interneuronas inhibitorias utilizan ácido gama aminobutírico para bloquear la señal del dolor al asta posterior de la médula espinal.

La información de una lesión se conduce a través de la médula espinal por cinco sistemas de fibras acendentes: sistema espinotalámico, el espinoreticular, el espinomesencefálico, el cervicotalámico y el espinohipotalámico. Es interesante remarcar aquí el sistema espinomesencefálico, ya que comprende fibras de neuronas que terminan en la sustancia reticular (área importante para la regulación del dolor). Además, conecta con el sistema límbico (región del cerebro que tiene que ver con las emociones).




Teoría de las compuertas:
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Se trata de un mecanismo para controlar el paso de los impulsos nociceptivos a nivel de la médula espinal. De este modo, los estímulos que no son dolorosos «cierran» las compuertas al paso de la sensación de dolor, impidiendo así que la señal llegue a los centros nerviosos superiores. Cuando nos damos un martillazo en un dedo por error, solemos coger el dedo con la otra mano y lo comprimimos, ya que así el dolor disminuye. Esto sucede porque la estimulación de las fibras nerviosas que conducen el tacto y la presión atenúan y bloquean la señal de dolor. Es decir: las fibras no nociceptivas (que no transmiten dolor), pueden interferir las señales dolorosas de las fibras nociceptivas e inhibir el dolor.

La teoría de la compuerta fue una de las primeras teorías que hubo referente al dolor. Aún así, las cosas son más complejas de lo que dicha teoría aparenta…




Tipos de dolor:

Diversas formas de observar el dolor

tipos de dolor
Existen tres tipos de dolor: el normal, el inflamatorio y el neuropático. Para sentir el dolor normal es necesario una previa estimulación y, dependiendo de su intensidad y duración, este será más o menos fuerte. Cuando nos pica una abeja, por ejemplo, se provocará una inflamación de la zona afectada: tumefacción, color rojizo, etc. Todos estos síntomas serán transitorios e irán desapareciendo con el tiempo. Ahora bien, cuando el dolor persiste tras ese proceso inflamatorio, es cuando hablamos de dolor neuropático.

En el dolor normal e inflamatorio nos encontramos ante una respuesta a ciertos estímulos específicos. Mientras que en el dolor neuropático, significa una mala adaptación de nuestro sistema nervioso que se ha lesionado. Y, para complicarlo un poco más, decir que el dolor neuropático se puede presentar de muchas formas distintas, algo que complica mucho su diagnóstico.





La relatividad del dolor:
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Ante todo, debemos comprender que el dolor es un componente personal que hace que cada individuo sienta el dolor de un modo muy particular. El mismo dolor en una persona puede sentirse de un modo bien distinto en otra. Así pues, el dolor es algo subjetivo que suele estar condicionado por las experiencias, los valores, o la resistencia de cada persona. De hecho, la línea que separa el dolor y el daño físico es muy amplia, ya que no necesariamente debe haber una lesión física para que alguien sienta dolor. ¿Cuántas veces un paciente que ha venido a mi consulta con fuerte dolor lumbar me dice que el médico le ha hecho todo tipo de pruebas y que no le encuentra nada?

El dolor que persiste sin una evidencia clara de lesión, ocasiona una gran dificultad a la hora de tratarlo. Y la persona suele terminar llena de medicación que no sabemos si le va a funcionar o no. A parte, de muchas sesiones de terapia, etc.




Dolor y emoción:

Dos palabras que van cogidas de la mano

El componente emocional es de vital importancia y tiene una estrecha relación junto al dolor. El dolor es una consecuencia disfuncional de un tejido o estímulo que produce un determinado daño, causando así la sensación de dolor. Pero ese dolor también puede causar una alteración emocional en el individuo, incluso, una asociación de dicha emoción al dolor. Los científicos nos dicen que el dolor y la emoción son dos cosas separadas que coexisten en una misma situación, aunque a veces, la línea que los separa puede llegar a ser muy fina…

Debemos comprender que el dolor causa sufrimiento, siendo una reacción natural (aspecto emocional) que puede llevar a una pérdida del sentido, y a perder incluso el propósito de nuestra vida cuando este es muy intenso. Es el caso por ejemplo, de un dolor crónico que permanece durante muchos años. Así mismo, la cantidad, la duración y el tipo de dolor forma parte también de las experiencias previas y de cómo se recuerdan. La cultura, la educación… todo tendrá que ver con la forma en que sentimos un dolor determinado.




Morfina y opiáceos:

Un recurso de última hora y con seguimiento médico

tratamiento
La morfina es el activo principal del opio. Los opiáceos( morfina y otras drogas por el estilo), son usados por la medicina occidental ya que actúan sobre el sistema nervioso. Los receptores a opiáceos son proteínas que se encuentran en la membrana de las células nerviosas y que se activan cuando los alcanzan algunos neurotransmisores específicos. Pero no se encuentran allí para que le demos al cuerpo morfina, sino que en 1975 se identificaron los primeros opiáceos endógenos que fueron llamados «endorfinas». Las endorfinas son moléculas naturales que actúan a través de los receptores a opiáceos y que calman el dolor al mismo tiempo que producen una sensación de euforia. Así mismo, cabe destacar que en dichos receptores también actúan otros neurotransmisores que afectan a las emociones, al sistema inmune, a la digestión a algunas funciones mentales, etc.

En la actualidad, sabemos que existen tres clases de opiáceos endógenos: encefalinas, beta endorfinas, y dinorfinas. Todas tienen una estructura peptidérgica, y todas están presentes en las neuronas y terminales que transmiten el dolor.

También es importante saber que el uso de morfina u otras drogas narcóticas puede conllevar efectos secundarios como por ejemplo la constipación, pueden provocar estreñimiento, aumentan la absorción de líquidos en el intestino, etc.



Tratamiento occidental:

Los medicamentos más usados hoy en día

Cuando hablamos de dolor por cáncer, dolor crónico o de dolor neuropático, los opioides son los primeros en ser más eficaces: la oxicodona, la codeína, el tramadol, la metadona, o la morfina.

Los antiinflamatorios no esteroidesos, en cambio, actúan inhibiendo las síntesis molesculares que se liberan en los procesos inflamatorios como las prostaglandinas. El más popular es la aspirina, aunque el ibuprofeno (prohibido en algunos países desde hace bien poco debido a sus efectos secundarios), el diclofenac o el piroxicam también son muy conocidos y usados para procesos como la artritis reumatoidea, la osteoartritis, o en los dolores musculo-esqueléticos o dolor agudo.




El dolor y el efecto placebo:

Puede que el efecto placebo esté presente en todo tratamiento médico

La palabra «placebo» aparece por primera vez en el bíblia de Jerusalén, cerca del siglo XIII. Por lo que aparece, todo apunta a que hubo una confusión con la palabra hebrea «ethalech», que significa «caminaré». De este modo, la frase «Placebo domino in regione vivorum», que sígnifica «Caminaré ante el Señor», fue traducida por «Complaceré al señor», traduciendo la palabra «placebo» por «complacer» o «agradar». El caso es que el error tuvo mayor fuerza que el significado original y así se quedó por los tiempos de los tiempos…

Las últimas investigaciones nos dicen que el efecto analgésico de los placebos podría explicarse gracias a la activación del sistema opioide endógeno. También los sietmas peptidérgicos como el de la colecistoquinina, indicándonos que el aspecto biológico y el psicológico van unidos de la mano.

Otro aspecto curioso, es que se han realizado estudios en pacientes a quienes se les han dado placebos para reducir el dolor. Pues bien, ahora sabemos que si el paciente no cree al 100% en la eficacia de aquello que se le da, el efecto placebo no va a funcionar. Pero, además, si queremos que el placebo funcione al 100%, no sólo el paciente deberá creer que aquello que se le da es un medicamento que lo va a curar, sino que la persona que se lo administra también debe creer lo mismo. Sino, el placebo no funciona.




Depresión y ansiedad:

La relación directa con el dolor

ansiedad
Cada vez vemos más la relación que hay entre el dolor crónico y la depresión. Lo más habitual es que ésta se produzca debido a la lucha constante por encontrar en remedio al dolor sin resultados aparentes. Dicha frustración (visitas a más de un médico, diversos tratamientos, terapias fallidas, etc.), hacen que la situación se vuelva insoportable haciendo que surja la ansiedad por la situación, la depresión por la incapacidad de superación, e incluso el enojo por no poder vivir con todo ello.

Cuando una persona que sufre dolor crónico piensa que su capacidad para controlar su dolor es limitada, su propia actitud negativa suele llevarlos a una inactividad y a una hiperractividad a cualquier estímulo doloroso. De hecho, el temor, el miedo a que cualquier estímulo que se produzca a raíz de haber realizado cualquier cosa termine por provocarle más dolor, hará que se asuste más y que tenga más pánico a hacer cosas.

También se ha demostrado que aquellos pacientes que tienen una actitud más positiva hacia el dolor, suelen sufrir menos que los que tienen una actitud más negativa.



Masajes y acupuntura

Una muy buena alternativa para reducir el dolor

Al realizar un masaje se estimulan los mecanorreceptores que están situados en la piel activando así unas interneuronas inhibidoras del dolor. El masaje nos ayuda a relajar la musculatura y nuestro sistema nervioso, facilitando una disminución de la sensibilidad en las terminaciones nerviosas. Además, ahora sabemos que el masaje contribuye al crecimiento de mitocondrias en el músculo esquelético, algo que hace que se reduzca también la inflamación. Evidentemente no estoy diciendo que el masaje quite el dolor ni que obre milagros… Si hay dolor, hay una causa previa al dolor que debe ser tratada con anterioridad. Pero es cierto que mientras tratamos esa causa, el masaje es una excelente opción para rebajar el grado de dolor que podemos llegar a tener.

La acupuntura (dento de la Medicina Tradicional China), es una buena herramienta para tratar muchas de las causas de dolor. Y, por ello, cuando mis pacientes llegan a mi consulta con muchos problemas de espalda, tendinitis, etc. La combinación de acupuntura (para tratar la raíz del problema), y del masaje (para aliviar el dolor) son una excelente opción terapéutica que funciona de maravilla.
Xavier Turell Nebot

Dolor ¿Qué es y cómo podemos aliviarlo?



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